Pensar en la lengua que aún no sé.

Cuando enseñamos algo, lo primero que asimilan nuestros alumnos es cómo se aprende. Si ven que han de aprender frases que les vamos dando y no les damos la oportunidad que desde el principio vayan haciendo pruebas, entonces requerirán siempre de nuestra ayuda. Si por el contrario, les mostramos con nuestra práctica que se puede usar lo que van conociendo para comunicar lo que sienten, que pueden poner cosas suyas, si les facilitamos que piensen en cómo decir lo que quieren con lo poco que saben, les estamos dando la clave de la comunicación. Y cuanto de más pequeños lo vean, mejor porque nos sorprenderán con sus producciones y, lo más importante, se sorprenderán ellos mismos.

Damos por sentado que tendrá que tendrá que pasar un largo periodo en el que se irá aprendiendo aquello que más tarde nos permitirá usar esa lengua, pero no es así. A pensar se aprende pensando.

Cuántas veces hemos oído a compañeros decir que sus nuevos alumnos no sabían muchas de las cosas que deberían saber, hasta pasado un periodo en el que, de pronto, empiezan a funcionar muy bien. Han aprendido cómo muestra la maestra o el maestro que hay que aprender.

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Si queremos que nuestros alumnos y alumnas piensen en cómo comunicar lo que desean con lo que saben o van aprendiendo, tendremos que enseñarlo así.

Vamos a hablar sobre las estructuras lingüísticas que enseñamos a nuestros alumnos para que las usen, doy por sentado que coincidimos en que las listas de vocabulario no permiten usar una lengua para comunicar. Intentemos leer las dos viñetas de Tonucci y Forges en clave de conocimientos lingüísticos

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Lo que propongo es que vayamos eligiendo estructuras abiertas que nos permitan mostrar que podemos poner cosas nuestras, que como dice Paula en el vídeo, no nos permiten comunicar exactamente lo que queremos pero que nos permiten resolver la situación comunicativa. Laura quería decir que llegó tarde al cole porque fue a hacerse un análisis de sangre.

Ese acto de pensar cómo comunicar lo que deseo me obliga a revisar todo lo que conozco e intentar usarlo de manera que los demás me entiendan. Además, ellos y ellas que saben que Laura ha llegado tarde y probablemente les ha mostrado la marca de la aguja, van a revisar también lo que saben para ayudarla, la van a escuchar para corregir o mejorar su intento comunicativo (y para mostrar a los demás que son capaces de hacerlo)

¿Y qué va a hacer ella con las propuestas de sus compañeros o de la maestra? Si las correcciones son sólo orales se pierden, al cabo del día son demasiadas las cosas que hay que recordar. Seguro que no olvidará que ha sido la protagonista en un momento determinado, que todos la han escuchado; pero si no anota el trozo de lengua que ha aprendido, no lo podrá usar en otro momento.

Y así pensando, anotando lo que pienso, diciéndolo, corrigiendo mis errores, consultándolos cuando los necesite, volviendo a usarlos para pensar cómo decir algo nuevo…voy entendiendo cómo funciona la lengua que estoy aprendiendo y me atrevo a hacer nuevos intentos comunicativos que me permiten, ante todo, sentirme competente al usarla. Y eso, me emociona.